El cuarto día de nuestro viaje sabíamos que teníamos un día duro. Aparentemente no se tarda mucho desde Roma a Napóles, y es totalmente cierto. El problema es si tienes que ir hacia Sorrento, esa localidad costera que se encuentra solo a unos 30 kilometro de Nápoles.
Salimos pronto desde Trevignano Romano, sobre las 9:30 de la mañana y llegamos a nuestro nuevo apartamento situado muy cerca de Sorrento sobre las 14:30 horas.
De Trevignano Romano a Roma la mayor parte son carreteras secundarias hasta que coges la autopista del sol o Autostrada A1. La carretera entre Roma y Nápoles es de pago, unos 14-19 euros en función desde donde entre y salgas, y la verdad es que se conduce bastante bien por ella. Hay unas 5 aéreas de servicio bastante modernas con buena comida y zonas infantiles. Incluso disponen de WIFI gratis.
El problema comenzó cuando llegamos a Nápoles y nos dimos cuenta que el GPS nos marcaba todavía más de 1 hora de camino… ¿Cómo podías ser? Sencillo. Llegas al infierno hecho carretera y en forma de atascos… Hay una gran concentración de túneles inmensos por lo que no puedes circular a más de 70km/h, a lo que se unen constante atascos, sobre todo cuando llegas a las proximidades de Sorrento. Para nuestra desgracia, teníamos que atravesar completamente la ciudad, y es un embudo pensado para acabar con la paciencia del conductor más tranquilo. Si a eso le unimos dos niñas cansadas del viaje… el coctel es explosivo. Por suerte para nosotros, las dos pequeñas se durmieron en este ultimo tramo.
Y sí, efectivamente tardamos más de 1 hora en recorrer menos de 30Km… A las 14:30 llegamos al apartamento «Residence Puolo», un coqueto alojamiento de dos plantas con salón, habitación, baño y cocina individual. La chica que nos enseño el apartamento fue muy amable y nos dejaron leche, agua, té y unos cuantos bollos y galletas para el primer día. Todo un detalle. Lo único que le falta a este apartamento es una piscina. Nos habían colocado dos cunas para las niñas y nos ofrecieron hasta bañera de bebés. El alojamiento tiene de todo, incluso lavadora. Un sitio encantador.
Sacamos toda la ropa de las maletas y pedimos unas pizzas por teléfono a un restaurante cercano que nos habían recomendado. Todo perfecto y muy rico.
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